Todo empezó con una beca Erasmus, las últimas plazas de una beca erasmus, los restos mal olientes que los estudiantes empollones de magisterio rechazan. Cuando empecé a pronunciar la palabra Marsella empezó a aparecer gente que se iba a Marsella o que conocía a alguien que vivía en Marsella, en realidad no fue muchísima gente eran igual solo dos, pero ya eran. Así que acompañada por mi maravillosa y estupenda amiga Marina partí de mi "maison" para depositarme en tierras francesas.
Una vez allí un maravilloso y apuesto caballero francés nos ofreció sus aposentos para pasar la noche y rechazó por encima de todo que nosotras fuéramos una hippies piojosas que durmiéramos en una furgoneta y que nos ducháramos en la playa delante de la mirada de miles de franceses sorprendidos.
Tras nuestro fracaso en la búsqueda de un buen lugar para aparcar nuestra furgoneta y vivir tranquilas, después de perdernos por la ciudad y de pagar parking y el taxi para poder llegar a mi destino, decidimos llamar al apuesto caballero y pedirle un poco de ayuda. Este nos acogió en su castillo desde dónde controla toda Marsella y nos afreció comida y bebida gratis hasta saciarnos. Nos dejó ducharnos y nos preparó nuestros aposentos con sábanas limpias. Lo único malo que tenía era su dragón (perro) el cual se comía todas las cosas que estaban a su alcance, dejándome sin algunas partes del libro sagrado (diccionario español-francés).
Ahí queda el estilo marselles: para mucha frente muchas gafas, jejeje.
Toda Marsella desde casa de Yannick.
Mi obra de arte en "La Cabane du Premier vente de fruits et legumes" de Marseille
Y volando sobre el mar, es lo que tiene juntarse con chulo playas...jejeje
Sublime..
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