miércoles, 19 de octubre de 2011

Estoy enamorándome de esta ciudad, tiene rincones encantadores. Estando en el centro de Marseilla puedes situarte fácilmente en una ciudad argelina, en Túnez, o en pleno corazón de África. Rodeada siempre de caras y colores diferentes. Puedes pasar de una calle muy frecuentada, la rue Canabiere, a una calle donde en las caras de las prostitutas y los trabelos se ve el paso de los años, la mirada fija en el mismo lugar desde el primer día que se sentaron a la puerta de la casa a esperar a su primer cliente. Ahí siguien con las tetas caídas y los labios carnosos pintados de color carmín. Y un poco más abajo te encuentras en una calle argelina, donde el olor a especias de acoge y donde se hace extraño oir hablar en francés. Toda la calle está llena de gente y todas las tiendas llenas de miles de cosas. Es la calle más bárata para poder comprar la fruta, verdura, eespecias, complementos culinarios varios, frutos secos,....
Y al aotro lado de la ru Canabiere empiezas a callejar por pequeñas calles donde los hombres hacen vida en la calle y a las mujeres apenas se las ve. Todos de cultura árabe llevan a cabo sus actividades contemplatativas de la jornada.

También está la cara occidental de la ciudad, que la encuentras en la parte sur de la ciudad, según te vas alejando del centro más típicas son las calles, y menos cosas curiosas puedes encontrar. Estan los centro comerciales estupendos llenos de cosas, las calles limpias, las aceras grandes, los edificios y las casitas con jardín, ....

Y por esta zona es donde esta semana estoy haciendo las prácticas en una escuela de infantil, 30 niños y niñas de 5 años en una misma clase con una sola profesora y con una estudiante de prácticas que no entiende ni la mitad de las cosas que le dicen.

En estos momentos la casa está inundada de olor a lentejas y comino de calidad. Y en mi paladar puedo degustar su exquisito sabor.



Imagen del viejo puerto con la catedral deNotre Dame al fondo

No hay comentarios:

Publicar un comentario